lunes, 20 de julio de 2009

"Babosos los que creen sin haber visto"


Encontrábame yo paseando distraídamente en el departamento de mi hermana. Parecía que iba a ser un detestable día soleado, ya pequeños rayos alumbraban por las ventanas, ya se oía por algún lado a un pájaro cantar, el verde vivo de los árboles brillar. Todo completamente opuesto a mi estar. Entre desanimada y hastiada tome el primer folleto que sobresalía de la desordenada pila de cuadernos y libros. Un recorrido fugaz de mis ojos sobre las páginas y supe que debí haber tomado otra cosa. Impresas en la regular cantidad de páginas (al menos para un folleto) no había más que letras dedicadas a la venerable Semana Santa, toda una gran sarta de conceptos estúpidos para ciertos detalles del ya bastante trillado suceso realista-mágico. Dirigiéndome al cuarto continuo, me deje caer sobre la primera cama y exclamé: ¡¡que desperdicio de papel!!, distinguí un asentimiento por parte de mi hermana atea y un movimiento de cabeza en desacuerdo por parte de mi hermana “supuestamente” católica. En un tono solemne sólo se limitó a decir “Dichosos los que creen sin haber visto”. Aquella frase, me hizo salir de mi estado sosegado, mis ojos que estaban fijos en algún punto perdido, se vieron interrumpidos por una molestosa e insignificante pajilla. ¿Hace cuánto que no escuchaba aquellas palabras?... ahh sí! Desde que salí de mi ex colegio carmelita parroquial, no me había dado cuenta hasta ese momento, de cuántos fastidios me había librado desde entonces.
Fruncí ligeramente el entrecejo y solté: ¡¡¿pero qué clase de imbecilidad es ésa?!! Aquella frase era justamente la que inducía y motivaba a las personas execrablemente miopes a alimentarse de una fe abstracta, inexacta!! y por ende posiblemente inexistente. No es posible que aún haya personas que se valgan de esa frase para apelar su “fe”. Con palabras así, valdría lo mismo decir: Se dice que la tierra es plana, no busques comprobarlo, lo dijo un viejo cura que está chocheando, créelo!! En el 2000 habrá sido el fin del mundo, dona todas tus pertenencias e irás al paraíso!! No busques explicaciones! Dios lo dijo a través de las “inexactas” predicciones de los supuestos “profetas”, no hay mejor explicación que esa!!.
“La ventaja de pensar en Dios es poder decir sobre él cualquier cosa. Cuanto menos unimos unas ideas con otras, más posibilidades tenemos de acercarnos a la verdad. Dios se aprovecha, en suma, de las periferias de la lógica. “ – sentencié con las apropiadas y veraces palabras de Ciorán.

domingo, 19 de julio de 2009

La Fuente de la Belleza


Una de las características de nuestra cultura es una cierta relatividad en todo, aludiendo a una noción que algunos consideran científica, se nos enseña que las ideas son válidas mientras no se compruebe otra cosa, esto es cierto, al decir de Platón en el mundo de las opiniones, pero no podemos elevar este relativismo a todo porque allí comenzamos a perder no solo los pilares del conocimiento y la filosofía, sino los del mismo ser humano.

Uno de los aspectos donde este relativismo se usa y abusa es en la noción de belleza, llegando a afirmar incluso que lo feo también puede ser bello, por eso el Arte ha caído en el mundo de la opinión y ya no se busca esos imponderables de las Ideas que mencionaba Platón sino que cada cual hace arte "como se le da la gana" o peor todavía, "como mande el mercado".

La intención original fue hacer un comentario a los textos que aparecen a continuación, pero hemos querido mejor dejarlos a la reflexión de cada uno de nuestros lectores, siempre es muy útil el contacto directo con las fuentes y por eso les invitamos a reflexionar y disfrutar de estos tres pequeños textos: el primero de Dionisio, el segundo de Platón, el tercero de un tratado de pintura oriental y el cuarto de Coomaraswamy.

Lo bello supraesencial es llamado también Belleza a causa de esa cualidad de embellecimiento que dispensa a todo ser en la medida de la capacidad propia de cada uno, y también a causa de que las efusiones de esa Fuente irradiante que mana de Sí misma las hace irradiar, como la luz, sobre todas las cosas para cubrirlas de belleza, y, finalmente, a causa de que todo lo llama a Sí -de ahí que lo llamen hermoso- y reúne en su propio seno todo en todo.

Ahora bien, si es llamado Bello, es a causa de que a un tiempo contiene toda belleza y sobrepasa cualquier belleza, y a causa de que permanece eternamente bello, de belleza idéntica a sí misma y constante, y de que no nace ni perece, y de que no crece ni decrece, pues no es bello en esto y feo en aquello, ni unas veces bello y otras feo, ni bello según los puntos de vista, los lugares o los modos de considerarlo, sino, antes bien, de una belleza constante que permanece la misma en sí y por sí, conteniendo anticipadamente en sí y de modo trascendente la fuente original de toda belleza.

Porque en esta naturaleza simple y maravillosa, común a todo ser hermoso, no hay belleza ni nada bello que no preexista en forma única como en su causa. Es esa belleza la que permite que cada ser sea hermoso según la proporción que le corresponde; es esa Belleza la que produce toda adecuación, toda amistad y toda comunión; es esa Belleza la que produce toda unidad y es principio universal, pues produce y mueve todos los seres y los conserva dándoles el amoroso deseo de la propia belleza de los seres. Para cada cual constituye, pues, tanto el límite como el objeto de amor, puesto que le es causa final -pues es el deseo del Bien lo que causa la existencia de los seres- y modelo -pues es a Su imagen como se define todo- . Por eso lo Bello se identifica con el Bien, pues sea cual sea el motivo que mueva los seres, a lo que tienden es siempre al Bello-y-Bien. Habrá que llevar la audacia hasta afirmar que también el No-ser participa en el mismo Bello-y-Bien, pues es hermoso y bueno celebrarlo en Dios por la negación de todo atributo. Es Uno a la vez Bello y Bueno a causa de toda la pluralidad de cosas bellas y bienes.

(De Divinis Nominibus, IV.7.)

«Al que hasta aquí ha sido instruido en el saber del amor y ha considerado las cosas bellas una después de otra en el orden debido, le será súbitamente revelada la maravilla de la naturaleza de la Belleza, y es por esto, oh Sócrates, por lo que se emprendieron los trabajos anteriores.
Esta Belleza, en primer lugar, existe siempre, no nace ni muere, no crece ni decrece; en segundo lugar, no es bella desde un punto de vista y fea desde otro, o en un respecto y un lugar bella y en otro tiempo o en otro respecto fea, de tal modo que sea bella para unos y fea para otros... sino que es la Belleza absoluta, siempre existente en uniformidad consigo misma, y tal que, mientras que toda la multitud de cosas bellas participan de ella, nunca aumenta ni disminuye, sino que permanece impasible, aunque aquéllas nazcan y mueran... La Belleza en sí, entera, pura, sin mezcla... divina y coesencial consigo misma.»

Banquete, 210 E, 211 B

El materialista se ocupa de asuntos mundanos. El hombre esclavizado por el mundo material vive en un estado de tensión. El que estando tenso elabora sus cuadros se destruye a sí mismo. El que se mueve entre el mundanal ruido toma el pincel y la tinta con cautela y aprensión. El medio ambiente influye así en el hombre, dándole y haciéndole, a la postre, infeliz. Yo acepto el mundo tal y como viene, me acomodo superficialmente a los poderosos, alcanzo así la paz espiritual.

La pintura llega con la paz mental. La gente entiende de pinturas, mas no entiende las pinturas de pincelada única.

Porque lo más importante en el trabajo artístico es la contemplación. Cuando se contempla el Uno (la unidad de todas las cosas) se siente gozo. Es entonces cuando las pinturas logran una profundidad misteriosa, insondable.

Creo que anteriormente nadie ha dicho esto, y por eso lo recalco.

Tratado de arte de SHIN T'AO (1641-1717)

No hay grados de belleza; la expresión más compleja y la más simple nos recuerdan un único estado. La sonata no puede ser más bella que la canción más sencilla, ni la pintura del dibujo, sólo a causa de su mayor elaboración. El arte civilizado no es más bello que el arte salvaje sólo por su ethos tal vez más atractivo. Encontramos una analogía matemática si consideramos círculos grandes y pequeños, los cuales difieren tan sólo en su contenido, no en su circularidad. Del mismo modo, no puede haber ningún progreso continuo en el arte. En cuanto una intuición dada ha alcanzado una expresión perfectamente clara, sólo queda multiplicar y repetir esa expresión. Esta repetición puede ser deseable por muchas razones, pero casi invariablemente implica una decadencia gradual porque pronto empezamos a dar por supuesta la experiencia. La vitalidad de una tradición persiste tan sólo mientras es alimentada por la intensidad de la imaginación. Sin embargo, lo que entendemos por arte creativo no tiene una conexión necesaria con la novedad del tema, aunque ésta no esté excluida. El arte creativo es el arte que revela la belleza allí donde de otro modo la habríamos pasado por alto, o que la revela con mayor claridad de lo que antes habíamos percibido. La belleza a veces es pasada por alto justamente porque ciertas expresiones se han vuelto, como solemos decir, «trilladas»; entonces el artista creativo que trata el mismo tema restaura nuestra memoria. El artista es desafiado a revelar la belleza de todas las experiencias, nuevas y viejas.

Muchos han insistido con razón en que la belleza de una obra de arte es independiente de su tema, y, en verdad, la humildad del arte, que halla su inspiración en todas partes, es idéntica a la humildad del Amor, que considera por igual un perro y un Brahmán -y de la Ciencia, para la que la forma más baja es tan significativa como la más alta-. Y esto es posible porque se trata de un único todo indiviso. «Si vemos una forma bella, es Su reflejo que resplandece a través de ella».

Se verá ahora en qué sentido está justificado hablar de una Belleza Absoluta e identificar esa belleza con Dios. No queremos dar a entender con esto que Dios (que no tiene partes) tenga una forma hermosa susceptible de ser objeto de conocimiento, sino que en la medida en que vemos y sentimos la belleza, lo vemos y somos uno con El. El que Dios sea el primer artista no significa que creara formas, que habrían podido no ser hermosas si la mano del alfarero hubiese fallado, sino que todo objeto natural es una realización inmediata de Su ser. Esta actividad creadora es comparable con la expresión estética en su carácter no volitivo; ningún elemento de elección entra en este mundo de imaginación y eternidad, sino que siempre hay una perfecta identidad de intuición-expresión, de cuerpo y alma. El artista humano que descubre la belleza aquí o allá es el guru ideal de Kabir, que «revela el Espíritu Supremo dondequiera que se aplique su mente».

LA BELLEZA ES UN ESTADO (extracto) Ananda K. Coomaraswamy

jueves, 2 de julio de 2009

Maurits Cornelis Escher


Maurits Cornelis Escher (1898-1972). más conocido por sus iniciales como M.C. Escher, es uno de los más grandes artistas gráficos del siglo XX. Tal vez la mejor definición que se ha dado de él sea la de «uno de los más reconocibles y admirados por el gran público». Esto viene a decir que muchas personas admiran y encuentran curiosos, intrigantes y bonitos sus trabajos, aunque al principio no sepan muy bien de quién son ni conozcan realmente al autor o la época en que fueron creados.
Sus más populares obras, figuras imposibles, fondos reticulados con diversos patrones y mundos imaginarios han sido reproducidas hasta la saciedad en portadas de libros, revistas, campañas publicitarias y en todo tipo de formatos. Escher es, en cierto modo, uno de los artistas más referenciados en la «cultura popular» del siglo XX.
Dado que sus obras guardan ciertas similitudes entre sí debido a la recurrencia de los temas tratados (las figuras imposibles, las metamorfosis) son fácilmente «reconocibles» para el observador interesado, que a veces acaba descubriendo al artista tras haberse encontrado previamente con gran parte de su obra.
Tal vez el carácter matemático de sus obras ha hecho también que sea uno de los artistas más populares en los entornos científicos, especialmente matemáticos e informáticos. Curiosamente, sus conocimientos matemáticos siempre fueron muy limitados. Muchas de las conclusiones gráficas y matemáticas a las que llegó, que le permitirían realizar algunos de sus trabajos, tuvo que descubrirlas por sí mismo.

El trabajo artístico de Escher

Como artista, M.C. Escher resulta difícil de clasificar. Se han hecho múltiples interpretaciones de sus obras, pero la realidad es que Escher no tenía grandes prentensiones ni mensajes que transmitir, sino que básicamente plasmaba lo que le gustaba. No basa su trabajo en los sentimientos, como otros artistas, sino simplemente en situaciones, soluciones a problemas, juegos visuales y guiños al espectador. Visiones, en ocasiones, que le sobrevenían por las noches, que pasaban por su imaginación y que creía merecedoras de ser plasmadas en sus cuadros.
Él mismo reconocería que no le interesaba mucho la realidad, ni la humanidad en general, las personas o la psicología, sino sólo las cosas que pasaban por su cabeza. En ciertro modo era alguien introvertido, dicen incluso que de trato difícil, que prefería crear su propio universo.
Los expertos coinciden, y es bastante evidente examinando la mayor parte de sus obras, en que una de sus principales características es la dualidad y la búsqueda del equilibrio, la utilización del blanco y el negro, la simetría, el infinito frente a lo limitado, el que todo objeto representado tenga su contrapartida.
El análisis de sus obras, tal y como definió Bruno Ernst, uno de sus biógrafo, permite clasificarlas básicamente en tres temas y diversas categorías:
  • La estructura del espacio – incluyendo paisajes, compenetración de mundo y cuerpos matemáticos.
  • La estructura de la superficie – Metamorfosis, ciclos y aproximaciones al infinito.
  • La proyección del espacio tridimensional en el plano – Representación pictórica tradicional, perspectiva y figuras imposibles.

Las obras más conocidas de Escher son probablemente las figuras imposibles, seguidas de los ciclos, metamorfosis y, directa o indirectamente, sus diversos trabajos sobre la estructura de la superficie y la partición regular del plano (patrones que rellenan el plano).
Fuente: www.microsiervos.com

El Amor en la obra de Shakespeare



"Prestadme el lenguaje florido de todos los idiomas sonoros.""Un día, día funesto, el Amor, cuyo mes es siempre Mayo, vio una flor de las más bellas jugando en el aire caprichoso. A través de sus hojas aterciopeladas, la brisa, invisible, abríase camino.""La mano que da, por fea que sea, siempre tendrá un bello elogio." Trabajos de Amor Perdidos. Shakespeare

Se ha dicho, muy acertadamente, que Shakespeare, como Esquilo, es una de las esfinges intelectuales de la Humanidad. Los significados de sus obras, el alcance que tienen, es cada vez mayor a medida que transcurren los siglos. El mismo pavor que debió sentir Edipo cuando la Esfinge le preguntó por la verdadera naturaleza del hombre es el terror místico y filosófico que experimentamos cuando leemos o vemos interpretadas las obras de este enigmático escritor.
Desde luego, sin desmerecer todo lo que hubiese leído o estudiado, la materia de sus obras es la vida misma, y lo que impulsa su pluma el viento de sabiduría de las edades. Sentía poco respeto por los eruditos que no unen sabiduría a erudición y que no usan sus conocimientos para desvelar los enigmas y problemas que la vida plantea: "Poco han ganado nunca los estudiosos asiduos; solo una ruin autoridad emanada de los libros de otros". La vida le proporciona los tipos, las experiencias. Su enorme (pavorosa más bien) madurez de alma le da las claves para interpretarlas, conferirles forma artística y sentido de unidad.
Jinarajadasa, un gran sabio hindú de este siglo, dijo que Shakespeare ofrece en sus obras una mente como un diamante de innumerables caras. Sea cual sea la imagen de la vida que se presente a este perfectísimo diamante, ésta se proyecta en infinitos ángulos, ofreciendo cada uno de ellos una respuesta a la cuestión que plantea. Cada espectador extraerá distintas lecciones, dependiendo de la naturaleza de su alma y también del momento anímico o las inquietudes que le ocupen. Así, cada una de sus obras puede disfrutarse miles de veces en las distintas edades del hombre, y siempre aparecen mensajes nuevos, matices distintos.
No hay un solo problema relacionado con la condición humana que no esté excelsamente tratado en sus obras: la guerra, los valores morales, la medicina, la constitución del hombre, sus ocultos motores, la relación hombre-mujer, el sentido del dolor, la vida como un escenario, los enigmas del tiempo, la naturaleza del arte, los misterios de la realeza, las claves del conocimiento oculto, etc. Visto así, Shakespeare, quienquiera que fuese (llamo Shakespeare al autor de las obras) es uno de los más grandes filósofos y poetas que ha conocido la historia de Occidente.
Cada una de las imágenes vivas que aparecen en sus obras es como una semilla que puede abrirse en la imaginación del espectador, proyectándose en cientos de ramas y abarcando el espacio mental completo, sin que estas ramas pierdan su sentido de unidad, de árbol. Así son los conocimientos que se desprenden de sus obras. De una sola Idea irradian infinidad de ellas armónicamente. Cada Idea está representada por una imagen, por un juego de palabras.
Uno de sus grandes temas es el Amor. Amor y heroicidad se conjugan en sus obras creando una trama viva.
Eros es la gran fuerza que mantiene unidas y ensambladas cada una de las partes del Universo, y cada una de las partes de este otro universo que es el hombre. "Este joven anciano, este enano gigante, Don Cupido, regente de las riquezas amorosas, dueño de los brazos cruzados".
El amor, para Shakespeare, se nutre con la mirada. Como repetirían los clásicos: con la mirada sensible, el amor sensible; con la mirada del alma, el amor del alma. "Ignoras -dice una de sus heroínas- que las miradas constituyen el alimento de mi alma".
"Verde -afirma- es el color de los enamorados". Del color verde del mar es la mirada del Amor según Shakespeare.
Las tradiciones ocultistas y filosóficas del Renacimiento, inspiradas en otras mucho más antiguas, explicaban que existen distintas formas de acercarse a lo divino, y que cada una de ellas está relacionada con un -digámoslo así- color. El verde es el color de los que se acercan al Misterio a través del amor de las Almas Gemelas. El verde es el color de los enamorados.

"El Amor -dice Shakespeare- es un espíritu familiar, el amor es un demonio; no hay más ángel malo que el amor. Sansón fue tentado y gozaba de prodigiosa fuerza. Salomón fue también seducido, y disfrutaba de gran Sabiduría. La flecha de Cupido es demasiado dura para la maza de Herakles y por ello, harto desigual para la espada de un español".

El tema del Amor es tan complejo como lo es el de la relación del hombre con su circunstancia. Shakespeare, en cada una de sus obras, lo trata desde un ángulo distinto, creando así toda una Doctrina del Amor. El tratamiento es el de un poeta, los ejemplos los de un sabio de madura experiencia, y la presentación se acompaña de un sentido del humor que no quita -sino todo lo contrario- dignidad a tan elevado asunto. Por ejemplo, queriendo mostrar la desesperación de un caballero que renegaba del Amor mientras caía fatalmente en sus redes:

"¡Cómo! ¡Yo! ¡Enamorado! ¡Haciendo la corte! ¡En busca de esposa! ¡De una mujer, que semejante a un reloj alemán, necesitará continuamente composturas, siempre desarreglado, nunca bien, por cuidados que se tengan en su marcha!(...) ¡Y yo suspiro por ella! ¡Velo por ella! ¡Ruego por ella! Vamos, es un tormento que me impone Cupido por haber ignorado el poder formidable de su débil poder! ¡Sea! ¡Amaré, escribiré, suspiraré, rogaré, cortejaré y exhalaré gemidos!".

El Amor y el Deseo, filosóficamente considerados, son un anhelo de completura, de hallar en el otro -o en lo otro- aquello que no sabemos encontrar en nuestro interior. Eros, el más antiguo de los Dioses en la Teogonía de Hesíodo, es la fuerza que lleva del Ser al no-Ser, tratando de volver a encontrar el Ser. El Amor, la búsqueda de perfección, hace girar los mundos e impulsa la existencia en todas sus gradaciones. Es por amor que el Principito inicia su peregrinaje por una serie de planetas, incluida la Tierra, para volver de nuevo, transmutado, a su propio mundo, donde se encuentra la rosa que ama. Si en el Amor o en el Deseo hallamos la respuesta en lo que no somos, y que por tanto buscamos, en el Entusiasmo ("Dios en nosotros" es el significado etimológico) cesa esta búsqueda hacia afuera y se empieza a hallar la Fuerza y la Gracia dentro. Hay quien piensa que está escrito en la historia futura de la Humanidad que el Amor se vaya gradualmente transformando en Entusiasmo. Sólo el Entusiasmo vence con sus propias armas al Amor. Y es por ello que Shakespeare afirma:

"Que San Dioniso nos defienda de San Cupido".

Otro de los temas recurrentes en las comedias de Shakespeare es el del andrógino. Cuando quiere dibujar la más acabada perfección de una dama, en El Mercader de Venecia, hace que las difíciles circunstancias la obliguen a vestirse de hombre, cautivando en esta nueva forma el amor fraternal de caballeros y la pasión de las mujeres. Esto ha llevado a comentadores poco profundos a afirmar que Shakespeare era homosexual. En realidad está mostrando que la perfección se halla relacionada con el andrógino, con la superación de los sexos. El sexo surge de la polaridad omnipresente en la Naturaleza, que impulsa hacia afuera a los seres para perpetuar su imagen en sus hijos. Tal y como ocurre en el Quijote, cuando la amada inmortal se perciba dentro y no fuera, cuando esta perfecta polaridad no rebase los límites de la propia alma -y como efecto, tampoco los límites del cuerpo-, surgirá el andrógino, símbolo de la perfección en toda la tradición cabalista y en el Humanismo filosófico del siglo XVI.
Recordemos algunas de las facetas del Amor que Shakespeare presenta genialmente en sus obras:
* En Enrique V desarrolla los principios del amor como conquista. Este héroe, tras vencer a los franceses, debe conquistar el amor de su amada, hija del rey vencido. Su cortejo se asemeja en lo psicológico a la toma de una fortaleza. Es el modo de matrimonio que los hindúes, en sus Leyes de Manú, exigen a los guerreros.

* En El Mercader de Venecia, el amor es el fruto del discernimiento del alma. La atracción que experimentan los protagonistas es la de los iguales. En ambos reside, inmaculado, el principio de lo justo, y esto provoca la atracción de sus almas y de sus cuerpos.

* En El Rey Lear, el amor es la piedad filial de una hija a su padre, y todas las pruebas que debe pasar dan fe de su elevación y pureza.

* En Hamlet triunfa la duda, no el amor. El príncipe de Dinamarca rechaza a Ofelia, la única que hubiese podido darle una respuesta a su encrucijada existencial. Muere el amor, fracasa el hombre y enloquece la mujer. Verificando una vez más su enseñanza: "Ellas -las damas-contienen y nutren al Universo entero. Sin ellas nadie puede sobresalir en nada". (Trabajos de Amor Perdidos).

* En Otelo se expone el reverso oscuro del amor, los celos, y cómo estos van desgarrando y sumergiendo en el barro y en la bestialidad el corazón del hombre. Los celos, ese "demonio de ojos verdes", no afectan la lealtad de un corazón inmaculado como el de Desdémona. Cuanto más se rebaja la imagen de Otelo, más se eleva la de esta heroína hasta ascender a la región inmortal de la que vino.

* En La Tempestad, Shakespeare desarrolla la necesidad de las pruebas que debe superar el amante para hacerse merecedor de su amada. Sin estas pruebas el matrimonio no es legítimo para la Naturaleza. En esta obra hay una escena en que los Elementales de la Naturaleza escenifican un matrimonio de los Dioses, y el nacimiento del Amor, como una enseñanza inolvidable para el futuro matrimonio de los jóvenes amantes.

* En Sueño de una Noche de Verano se canta al amor como el embeleso de la existencia, la ilusión luminosa que vence todas las reglas de la razón y que une a hombres y Dioses.

* En La doma de la bravía el amor se vive como un dominio, como el señorío que ejerce, con una voluntad inquebrantable, el hombre sobre la Naturaleza, representada por la mujer rebelde. Dice también del amor entre el Espíritu y la psique rebelde, y cómo este amor solo puede mantenerse por la perfecta sujección del primero sobre el segundo.

* Antonio y Cleopatra habla del amor como un poder que anonada. Venus adormece y vence a Marte, decían los clásicos. El ardor guerrero de Antonio se va debilitando y se extingue ante la belleza y encantos de su amada. Ambos se apartan de los cauces de la existencia, dejan de responder (aparentemente) ante su destino histórico. Pero el amor, que había anonadado su existencia material, resurge victorioso tras la muerte.

* En Julio César se exponen los sagrados deberes de los amantes que han unido sus vidas en el matrimonio.

* Romeo y Julieta es la más bella historia de amor que jamás se haya escrito. Es el amor de las almas gemelas que se encuentran. Aquí no son necesarias las pruebas, los trabajos, la conquista, la devoción. Las almas se reconocen, se unen y se consumen en un mismo fuego, más allá del destino trágico. La prueba es obedecer al corazón. El compromiso surge del reconocimiento. Es el amor que en la India llaman de los "cantores celestes", una bendición del cielo que desciende sobre las almas despiertas y exige eterna fidelidad.

* En Trabajos de Amor Perdidos se narra cómo unos nobles pretenden cerrar las puertas del Amor para entregarse a la austeridad, al estudio y la mortificación. El Amor finalmente entra, rompiendo todas las barreras y exigiendo los más duros trabajos a aquellos que quisieron renegar de él. En esta obra aparece una de las mejores exposiciones de la naturaleza del Amor en sí misma.
El personaje principal de esta obra es Berowne, ardiente, apasionado, de enorme penetración, lucidez mental, ingenio y gracia en la expresión. Francis Yates insiste en que el modelo de este personaje teatral es Giordano Bruno; (véase la similitud de nombres), quien precisamente, y en Inglaterra, en los mismos años, escribió sus Heroicos Furores, que es un tratado del amor heroico y místico. Giordano Bruno y el autor de las obras de Shakespeare habrían coincidido en la corte de Isabel y la impresión que causara el filósofo italiano en el dramaturgo inglés debió de ser profunda e indeleble.
Si, como antes explicábamos, Trabajos de Amor Perdidos es una de las comedias donde Shakespeare trata con más precisión el tema del amor en sí, el himno (no podemos dar otro nombre a este fragmento de la obra) que hace Berowne al Amor es el corazón de la obra. Todos los rasgos del Amor, todo su vigor como fuerza viva de la Naturaleza se hallan aquí palpitantes:

"De los ojos de las mujeres obtengo esta doctrina. Ellas son la base, los libros, las academias de donde brota el verdadero fuego de Prometeo(...).Porque ¿existe en el mundo un autor capaz de enseñar la belleza como los ojos de una mujer? La ciencia no es más que un aditamento de nuestra individualidad. Allí donde estamos, nuestra ciencia reside también. Pues, cuando nos contemplamos en los ojos de una mujer ¿no vemos en ellos, asimismo, nuestra ciencia? (...).
El amor, aprendido primero en los ojos de una dama, no sólo no vive encerrado en el cerebro, sino que, con la movilidad de todos los elementos, se propaga tan rápidamente como el pensamiento en cada una de nuestras facultades y les infunde un doble poder, multiplicando sus funciones y sus oficios. Añade a los ojos una segunda vista de valor inestimable. Los ojos de un enamorado penetran más que los del águila; sus oídos perciben el murmullo más ligero, que escapa al oído receloso del ladrón; su tacto es más fino, más sensible que las tiernas antenas del caracol en su concha espiral; su lengua, más refinada que la del goloso Baco. Y en cuanto a su valor, ¿no es Amor un Hércules encaramándose de continuo a los árboles de las Hespérides? Sutil como una esfinge; tan acariciador y musical como el laúd del brillante Apolo, que tiene por cuerdas sus cabellos. Cuando habla el Amor, enmudecen todos los dioses para escuchar la armonía de su voz. Jamás poeta alguno osó tomar la pluma para escribir, antes que a su tinta se mezclasen las lágrimas del Amor. ¡Oh! Entonces es cuando sus cánticos embelesan los oídos más duros e infunden a los tiranos una dulce humildad. Tal es la doctrina que extraigo de los ojos de las mujeres, que centellean siempre como el fuego de Prometeo. Ellas son los libros, las artes, las academias, contienen y nutren al Universo entero. Sin ellas, nadie puede sobresalir en nada."

José Carlos Fernández